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La última aventura

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  tqm / tq+ Te mereces esto, te mereces todo: querer, sentir, explorar y creer. Muchas historias nacen de la ilusión, de la confianza, de la gran expectativa. Todo eso te abre a nuevas aventuras y a proyecciones legítimas, que también pueden desvanecerse con grandes desilusiones o inseguridades. Marzo fue eso para mí: un mes en el que me celebré, me prioricé, me emocioné y me enamoré. No hay una forma correcta de vivir todo eso. Solo se puede sentir. Así fue como decidí confiar esta aventura a un chico muy lindo, y emocionalmente, me puse a disposición. Me has encantado mucho, te llevo en el corazón. Porque tu emoción por mí y las cosas que hacíamos —aunque breves— fueron suficientes para sentirme cómodo y a gusto contigo. Y aunque quizá te equivocaste, no por mala fe, despertaste esa inseguridad que me invita a cerrar esta disposición, por ahora. Quizás nos despedimos ese 30 de marzo. O quizás no. Pero sé que hay despedidas que no necesitan ser amargas. Esa fue la esencia de nuest...

¿Y si nos vemos de nuevo?

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Ir en contra de mis razones, la emoción es una ruta rápida Quedas con alguien. Puede ser para algo tan simple como caminar, salir a comer o básicamente tener sexo. El plan se concreta, todo fluye, y cuando menos lo esperas, llega la pregunta: ¿Nos vemos de nuevo? Vaya, ¿no tenías expectativas de que esto continuara?. Es importante dejar en claro con qué intención, pero, seamos honestos, repetir bajo esos términos puede ser una apuesta segura y satisfactoria… o el camino directo al desencanto y la desilusión. Hoy hablemos de esa sensación de que alguien quiera verte otra vez después de conocerte. Porque sí, te sube el ánimo, te motiva, te reafirma. Ya sabes cómo es, ya sabes en qué plan y cómo puede terminar. Pero… ¿y si solo lo aceptas porque te da miedo cambiar las reglas e ir más allá? Uhm. Para pensar. Twittear

El silencio de tanto querer

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  El temor de no querer decir que quieres quedar Tomado de una ilustración, desconozco al autor ¿Por qué silencio? Porque aunque a menudo nos dicen que "querer es poder", ese poder se vuelve vulnerabilidad cuando deseamos hacer algo y, al mismo tiempo, necesitamos que alguien se sume a nuestro plan. ¿Te ha pasado alguna vez? ¿Nunca te has dado cuenta? Frecuentemente, desde los jueves hasta los domingos, vemos stories, publicaciones o tuits con invitaciones como “¿Qué sale?” o “¿Alguien para quedar?”. Son deseos dispersos, necesidades compartidas por aquellos que, al expresar su voluntad, buscan una conexión. Pero, ¿qué pasa con quienes no ejercen esa voluntad, aunque lo anhelen igual o incluso más? Para mí, es complicado. Siento que un encuentro debe ser espontáneo, o al menos programado por una costumbre o tradición. De otra forma, al verbalizarlo, me siento vulnerable. A veces, simplemente elijo el silencio. Escribo esta nota después de una semana difícil, producto de un ac...

La fucking correspondencia

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  Para mis personas favoritas, con mucho amor Hablemos de lo lindo que es cuando los gestos que haces por otra persona, sin importar el motivo, son recíprocos y generan una correspondencia mutua. Ahora, no me malinterpreten. No hablo únicamente del intercambio de atracción entre dos personas, sino de algo más profundo: las formas de comunicarnos, los pequeños detalles, los obsequios significativos y, sobre todo, la lealtad que se traduce en tiempo de calidad o gestos muy sinceros. Son pocas las personas con las que he sentido una correspondencia verdaderamente recíproca. Por principio, a estas personas especiales, que puedo contar con los dedos de una mano, les entrego todo. Porque esa reciprocidad, expresada en una correspondencia genuina, me llena de vida. Me hace sentir libre y auténtico, hasta el punto de que no escatimo en dar de más. ¿Y cuando no hay correspondencia? Es horrible cuando no lo esperas. Duele, especialmente cuando esperas algo que no llega. Me ha pasado —como bu...

No aceleres a través del arcoíris

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¿Y si creamos una frase basada en ser felices basados en el ahora? ¿Y si hacemos una frase cada año? Fue lo que me pregunté en el 2016 cuando identifiqué en una persona una frase tan apropiada para el contexto en el que vivía en ese momento, y que posiblemente me acompañará en años posteriores. Así fue cuando creí que “lo que sucede, conviene”. Estas frases no solo nacen del caos o la calma de los últimos meses del año, sino que se vuelven una brújula emocional, un recordatorio de que cada ciclo nos invita a reorganizarnos y a aspirar a ser una mejor versión de nosotros mismos. Este año han sucedido muchas cosas alegres, así como otras tristes en donde comprendí que en el marco de la vida hay que detenerse a disfrutar cada color, incluso si sabemos que algunos tonos desaparecerán. Porque cuando nos apresuramos, el dolor de perder algo bello puede ser más profundo. Hay cierto color que se desvaneció este año: en el amor, cerré un capítulo con una relación significativa; y en ese tránsi...

Providencia

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  Todos en comunión, por este mes agitado Usualmente, diciembre es un mes lleno de actividades y emociones. Nadie imagina realmente cómo resultará todo aquello que hemos planificado. Al construir agendas, también construimos emociones, sin prever lo que el camino nos puede deparar. Diciembre se acelera con intensidad, cargado de sentimientos que culminan en un inicio de año lento y agotador. Es entonces cuando creer en la providencia puede guiarnos a un lugar seguro. Feliz Navidad. Que en el marco de la vida, la providencia nos mantenga expectantes frente a lo que, con o sin certeza, sucederá en los años venideros. Twittear

Nadie se dio cuenta

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Cuando el apego pasa de ser evitativo a ansioso Imagina experimentar con algo nuevo, como una receta que preparas con cuidado, y que nadie note el resultado. Retomar conversaciones podría ser mi pasatiempo favorito. Admito que soy rencoroso cuando alguien me deja de hablar. Pero esta vez fue diferente. Tres años diferente. Y, aun así, nadie se dio cuenta. Conectar siempre ha sido un arte que cultivo con dedicación. Podría ser feliz creando vínculos auténticos, de esos que fluyen solos cuando compartes tu día a día con alguien. Aunque, en el fondo, nadie lo note. Mis emociones son mi defecto más colosal. Son las mismas que desbalancean mi vida cuando no hay correspondencia. Me pasa con todos: familia, amigos o pareja (cuando la tuve, aunque nunca se diera cuenta). Las distancias son mi refugio. El contacto cero, mi escudo. Anulo emociones, corto conexiones y abandono conversaciones sin que nadie lo advierta. El experimento falló. Se quemó la receta. Nadie se dio cuenta, porque en esa co...